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El Ginkgo biloba, o árbol de los 40 escudos, es una especie única y antigua, reconocible por sus hojas en forma de abanico y sus llamativos colores otoñales, que viran de verde a un amarillo dorado vibrante. Puede alcanzar alturas de 20 a 35 metros y vivir varios siglos, destacándose en el paisaje por su porte vertical y ramificación abierta. Su resistencia a plagas, enfermedades y contaminación lo hace muy apreciado en entornos urbanos, además de ser un fósil viviente con una historia de 270 millones de años, lo que aporta un toque especial a cualquier jardín.
Para cultivar Ginkgo biloba, es recomendable plantarlo en suelos bien drenados y ligeramente ácidos, aunque se adapta a diversas condiciones. Prefiere lugares con exposición solar plena, lo que maximiza su crecimiento y coloración otoñal. Es un árbol de bajo mantenimiento y crece lentamente, por lo que puede colocarse en jardines de tamaño medio. No requiere poda frecuente, pero puede hacerse en invierno para darle forma.
